Hidratación: la llave de la salud cardiovascular en verano

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Hidratación: la llave de la salud cardiovascular en verano

Hidratación: la llave de la salud cardiovascular en verano

La hidratación tiene la llave de la salud del corazón en verano. En los días de calor extremo más que nunca, el agua es la vida. Con sentido común y agua, o alimentos muy ricos en ella, la época estival no tiene por qué ser nociva para las personas con enfermedad cardiovascular (ECV).

Si se sigue el tratamiento prescrito por el cardiólogo también en vacaciones, el calor no es peligroso, siempre y cuando se comprenda la especial vulnerabilidad que provoca la patología cardíaca ante los cambios en la climatología y se respeten dos reglas complementarias: aumentar la hidratación para hacer frente a la mayor demanda de líquidos del organismo y evitar situaciones que puedan precipitar una deshidratación aguda.

La Fundación Española del Corazón (FEC) recuerda que las enfermedades y accidentes cardiovasculares están principalmente asociados al frío, pero también pueden producirse problemas asociados a una exposición al calor excesivo. De hecho, junto a la primera infancia –de 0 a 5 años– y las personas de edad avanzada, los pacientes con enfermedad cardiovascular o respiratoria crónica, obesidad, diabetes o insuficiencia renal son los principales grupos de riesgo durante las olas de calor. Todas ellas comparten una característica: su organismo es menos eficiente a la hora de mantener el delicado equilibrio entre ingesta de líquidos y temperatura corporal.

El impacto de las olas de frío y de calor

En las épocas de bajas temperaturas son más frecuentes patologías como la cardiopatía isquémica, la angina de pecho o el infarto de miocardio, fundamentalmente porque el frío es vasoconstrictor: provoca el estrechamiento de las arterias, que en las personas que las tienen dañadas puede ocasionar una disminución brusca de la llegada de sangre al corazón. Por el contrario, el principal peligro de los periodos de calor es la deshidratación y la patología coronaria de mayor riesgo es la insuficiencia cardíaca.

ola de calor

Además, algunas enfermedades cardiovasculares, particularmente si no están debidamente controladas o sin diagnosticar, empeoran debido a un cambio climatológico drástico como el que se produce en las olas de frío y de calor. Según la FEC, la variaciones bruscas, especialmente en épocas de frío, pueden influir en la actividad corporal, modificando el tono simpático, la viscosidad sanguínea, la tensión arterial y la frecuencia cardiaca, que tienden a aumentar, incrementando a su vez la demanda de oxígeno del organismo.

En verano, el sistema circulatorio se ve afectado por el exceso de sudor: el cuerpo pierde más agua de la habitual, por lo que disminuye el volumen de líquidos del torrente circulatorio, a lo que se suma que el calor produce vasodilatación arterial. Como consecuencia, la circulación se ralentiza, sobrecargando el corazón, que debe hacer más esfuerzo para oxigenarse y bombear sangre ‘limpia’ al organismo.

En las personas con ECV, particularmente con insuficiencia cardíaca, una enfermedad en la que el corazón ya está intrínsecamente sobrecargado, también son más probables las alteraciones del mecanismo de termorregulación, que intenta reducir la temperatura corporal mediante el sudor y la dilatación de los vasos sanguíneos.

De este modo, estamos ante la pescadilla que se muerde la cola: la falta de hidratación exige un esfuerzo extraordinario al mecanismo de termorregulación en días de calor extremo, lo que favorece los estados de deshidratación y puede disminuir drásticamente la tensión arterial hasta producir mareos y, en casos extremos, síncopes o golpes de calor.

Alimentación hidratante y ejercicio siempre ‘al fresco’

Para favorecer una hidratación capaz de compensar la pérdida de líquidos a través del sudor, es necesario ingerir al menos dos litros de agua a lo largo del día. Lo ideal es tomar un vaso de agua fresca cada poco tiempo, un hábito más eficaz que beber mucha cantidad repartida en pocas tomas. Se puede sustituir alguno de esos vasos por un zumo de frutas natural sin azúcar añadido o una infusión.

Además, es conveniente hacer varias comidas ligeras y ricas en frutas y verduras al día, ya que estos alimentos contienen mucha agua, aportan numerosos nutrientes energizantes, como la vitamina C, y no provocan digestiones pesadas.

ensalada

Por el contrario, se debe limitar la ingesta de sal y bebidas azucaradas, que elevan la tensión arterial y aumentan la retención de líquidos. Por otra parte, la digestión de las comidas grasas y copiosas consume mucha energía, produce calor, favorece el sudor y acelera la pérdida de líquidos. También es necesario recordar que las vacaciones a menudo van asociadas a comer fuera de casa y a abusar de tapas y aperitivos muy calóricos, provocando un aumento de peso que, a su vez, aumenta la vulnerabilidad ante el calor.

Por último, pero no menos importante, se debe evitar el consumo de alcohol, que añade la deshidratación a sus importantes efectos negativos sobre la salud. Además, Cardioalianza recuerda que la ingesta de alcohol puede producir arritmias y disminuye la fuerza contráctil del corazón.

Cardioalianza es una asociación que agrupa a 16 organizaciones de pacientes con enfermedades cardiovasculares en España, que tiene entre sus principales objetivos mejorar la educación para la salud y cuenta con 51 puntos de atención dedicados a su misión: mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas con ECV.

En su página web, aconseja a estas personas evitar los cambios bruscos de temperatura. Para ello, es recomendable evitar el baño en aguas muy frías y abrigarse al entrar en un recinto con el aire acondicionado demasiado bajo, dado que los cambios extremos pueden modificar la tensión arterial y frecuencia cardiaca, lo que aumenta la demanda de oxígeno del organismo.

Sin embargo, pone énfasis en una premisa tan importante como la relativa a la dieta para la salud global de las personas con ECV. Se trata de practicar ejercicio físico moderado, pero solo en recintos cerrados y correctamente aclimatados o durante las horas más frescas del día. No obstante, las personas con insuficiencia cardíaca y determinadas enfermedades crónicas, como las respiratorias, las metabólicas y las renales, no deben practicar ejercicio al aire libre en condiciones de mucho calor y humedad, ya que su corazón tiene una menor capacidad de reserva para eliminar el calor del cuerpo y puede sobrecargarse.

 

Estas son algunas recomendaciones generales pero recuerde que cada paciente es único, consulte con su especialista.

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